jueves, 11 de abril de 2013


¿Gobernador por ‘W’?


A pesar de contar con un solo aspirante, la campaña electoral del Huila no ha sido aburrida. El voto en blanco, una decisión del Consejo Electoral y la Iglesia han animado el debate.




A pesar de que el próximo 14 de abril unos 730.000 habitantes de Huila están convocados a 204 puestos de votación en 37 municipios para elegir nuevo gobernador, todo indica que ya hay un ganador. Carlos Mauricio Iriarte es el único candidato cuya foto estará en el tarjetón y su aspiración está respa
ldada por los partidos Liberal, Conservador y Cambio Radical. Sin depositarse un solo sufragio todavía, la versión regional de la Unidad Nacional controlará las riendas de este departamento.

Sin embargo, la pelea por la Gobernación huilense ha estado lejos de ser aburrida. Por un lado, un movimiento para impulsar el voto en blanco alcanzó a asustar la ‘unidad regional’ y por el otro, la Iglesia católica se convirtió en protagonista del debate político en plena Semana Santa. El camino hacia estas elecciones atípicas arrancó luego de que la Procuraduría inhabilitara por tres años a la gobernadora Cielo González de La U, elegida en octubre de 2011.

Para llenar ese vacío de poder, varios bloques políticos del Huila –los liberales del senador Rodrigo Villalba, el senador conservador Hernán Andrade, Integración Conservadora, el senador Jorge Eduardo Gechem y Cambio Radical– conformaron una especie de ‘unidad regional’ para obtener el primer cargo departamental bajo Iriarte. La decisión de impulsar un candidato único no fue bien vista por algunos sectores. Dentro de los partidos de la naciente coalición una corriente conservadora se fue a la disidencia. Del otro lado del espectro político, organizaciones sociales asociadas a la oposición a proyectos hidroeléctricos como el Quimbo anunciaron una campaña por el voto en blanco para anular el casi seguro triunfo de Iriarte.

Durante varias semanas, los opitas empezaron a recorrer las calles de Neiva alentando a la gente a enfrentar las maquinarias de la ‘unidad’. En vez de apoyar un candidato, estos movimientos promovieron la opción del blanco. Una encuesta de inicios de marzo atizó los temores de la campaña de Iriarte: los excluidos de la coalición mayoritaria estaban a solo diez puntos del candidato único.  

Para la campaña del liberal Iriarte, detrás del auge de esta alternativa están amigos de la destituida gobernadora Cielo González, cuyo grupo mantiene vigencia. Lo cierto es que detrás del llamado al voto en blanco hay de todo: indignados con la política tradicional, líderes de organizaciones civiles y políticos que buscan pescar en río revuelto. 

Aníbal Rodríguez, gerente de la campaña de Iriarte, en el afán de parar la ola blanca sacó un as bajo la manga: radicó ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) un recurso en el que argumentó que el voto en blanco no podía constituirse en una campaña porque sus impulsores no inscribieron el comité promotor ante la Registraduría Nacional. Ante las denuncias, el CNE constató que había propaganda en pro de la opción disidente y pidió a las autoridades que retiraran los carteles, las vallas y los avisos en medios de comunicación.

Esa decisión despertó el rechazo en sus líderes y tuvo un eco inesperado en los púlpitos. En los días de Semana Santa, monseñor Fabio Duque, obispo de Garzón, el tercer municipio huilense, repartió a sus feligreses una ‘carta pastoral para la política’. “Cuando los candidatos no ofrecen estas garantías, nuestros fieles están obligados en conciencia al voto en blanco”, dice la misiva. Otro obispo, el de Neiva, monseñor Froilán Casas, también describió la opción como “legítima”. Aunque los prelados lo nieguen, en los corrillos políticos se rumorea que esta postura se debe a la denominación evangélica del candidato de la Unidad Regional. 

A una semana de los comicios, una encuesta del Diario del Huila ratifica que el voto en blanco sigue poniendo en aprietos a Iriarte. Menos de cuatro puntos separan al candidato único de la alternativa de protesta: 40,3 por ciento contra 36,7 por ciento. En manos del 20 por ciento de opitas que siguen indecisos estaría el triunfo de la coalición o, más improbable, que una mayoría de sufragios en blanco obliguen a convocar nuevas elecciones. Que más de un tercio de los votantes prefieran marcar la casilla blanca que al eventual gobernador es un mensaje que Carlos Iriarte no puede ignorar. 


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jueves, 4 de abril de 2013

LAS CUATRO FORMAS DE ROBARSE UNAS ELECCIONES


Por: Rodrigo Lara


Colombia tiene uno de los sistemas electorales más arcaicos, vulnerables y corruptos del mundo.

Para un candidato inescrupuloso, obtener una curul sin ganarla en las urnas es fácil: basta con tener dinero para pagar los bien establecidos servicios de funcionarios que hicieron de la adulteración de los resultados electorales un negocio. Las elecciones se las roban antes del día de elecciones, durante las elecciones y después de las elecciones. Estas son las cuatro infames modalidades de fraude electoral.
La primera modalidad consiste en “prepagar” un paquete de votos. Con anterioridad a los comicios, elementos de la Registraduría ofrecen paquetes de 5.000 o 10.000 votos. Así, un candidato puede arrancar con un “case” de diez mil votos fraudulentos, que le serán añadidos el día de las elecciones a través de la manipulación de los sistemas informáticos de transmisión y conteo de votos. Es un mecanismo imperceptible, por cuanto le diseminan esos votos comprados en las más de 90.000 mesas de votación del país.
En segundo lugar, un candidato inescrupuloso puede comprar un paquete de votos fraudulentos durante el conteo de los votos. El iter criminis empieza, por ejemplo, con un apagón en un municipio, como pasó en Soledad (Atlántico) en las últimas elecciones de Congreso; cuando se restablece el servicio de energía, le aparecen a un candidato los votos necesarios para pasar a otro que le lleva la delantera.
La tercera opción consiste en sobornar a los jueces y a los delegados del Consejo Nacional Electoral encargados de realizar los escrutinios municipales y departamentales. Después del día de elecciones, los resultados electorales entran a un proceso de revisión a nivel municipal y departamental, llevado a cabo por los funcionarios citados a fin de resolver, discrecionalmente, las solicitudes de revisión del conteo de votos realizado el día de elecciones. La corrupción consiste en abrir aquellas bolsas, a las que previamente les han introducido tarjetones adulterados a favor de un candidato, y así aumentar su votación.
El último eslabón del robo de elecciones está en el Consejo Nacional Electoral. Este órgano, compuesto mayoritariamente por políticos oscuros, se inventó un reglamento que le permite revisar —discrecionalmente— los resultados electorales en las mesas de votación que les venga en gana. De esta forma, los magistrados revisan las mesas de votación que soliciten los candidatos que quieren favorecer y, por los mismos hechos, les niegan idénticas solicitudes a los que quieren perjudicar. Y ¡oh casualidad!, a los candidatos favorecidos por las revisiones del CNE les aparecen nuevos votos; así mismo, a los candidatos que quieren perjudicar les anulan —con inusitada severidad— los votos necesarios para terminar de sacarlos del camino.
Cada día es más notorio y evidente el fraude electoral en el país. Es muy peligroso que los colombianos pierdan la fe en el sistema electoral, y que se propague la idea de que las elecciones no las ganan los ciudadanos con su voto, sino los corruptos con su dinero. Urge una limpieza del sistema electoral.

POR  FAVOR HACER SUS COMENTARIOS  Y OBSERVACIONES SOBRE LA ACTIVIDAD REALIZADA EL  SÁBADO EN LA TARDE. RECUERDEN  LEER  SUS APORTES Y LOS DE SUS COMPAÑEROS. BUENA  SEMANA  Y MUCHAS GRACIAS....

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